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Danzando entre máscaras

Danzamos con pedazos de muñecas rotas, aprendemos a vivir con lo que queda
de nosotros tras una infancia rota. Una parte se pierde que es irrecuperable.
Ese vacío nada lo llena, nada lo repone.
Sin embargo seguimos danzando hacia delante. Muchas veces me preguntan
cómo se aprende a vivir con algo tan terrible. Muchas otras tantas me lo pregunto yo...
Desde niños nos implantan la careta, no es que nos la pongamos nosotros.
Es que nos enseñan a usarla para sobrevivir, desde el momento que nos dicen:
"éste es nuestro secreto, no se lo digas a nadie".
Implantan el miedo en el cuerpo,
ya empezamos a usar la careta.
Crecemos con ella y la usamos para disimular nuestro dolor.
La utilizamos para sobrellevar lo ocurrido. Para esos días que no nos queda más remedio que salir
y no quieres que nadie note tu dolor.
Una máscara real, palpable y dolorosa que forma parte del proceso de superación.
A medida que nos la vamos quitando, las cosas mejoran. Es muy duro desprenderse de ella,
es como si de una piel se tratase y arrancarla duele y mucho.
Pero aprender a vivir con las secuelas, es parte por la liberación de danzar entre máscaras,
no con las máscaras puestas. Desatarnos de ese lastre que un día nos impusieron
y nos condena más aún.
Cada persona lleva su ritmo, pero se trata de caer y levantar aunque se toque fondo.
No sirve ir patinando sobre el asfalto, hay que levantar más fuerte y valiente para continuar.
Dejar las máscaras para la escoria lamentable que son ellos, los abusadores
y únicos culpables de nuestros males. Para ellos las máscaras que por suerte
sabemos quitar porque somos quienes los hemos visto sin ellas y por eso Prevenimos sin cansarnos.
Hasta que un día el mundo se conciencie y hablemos del tiempo o del trabajo tomando un café y no de secuelas y abusos.

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