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Pobre niña

Y ahora grito yo,
murmullos siniestros,
pasajes, versos,
conjuros, hechizos de maldad,
todo en aquel perturbante lugar.
Un claustro se encuentra,
en quien dejaron violada,
pobre mortal acongojada.
Dentro de ahí nadie habita,
la sombra yace,
el corazón está faltante,
en aquel hielo profundo,
en el que hay un abismo oscuro.
Cuervo protector,
guardián solemne,
el falso escudero,
pobre niña de mi alma...
Cuan olvidada está,
sepultada está,
en un cuarto olvidado,
como muñeca tirada,
una infancia arrancada...
vi esa almohada amarilla,
era mi triste alegría,
pobre niña perdida,
sin hogar,
buscaba a alguien que la amase,
a alguien que la salvase...



En el borde



En este mundo sigo presa, me tambaleo moribunda sobre el suelo. Sigo en esta reja, queriendo salir, huir; como un animal atrapado… quizás me esté rindiendo totalmente. Ya no quiero comer, ni beber todo me sabe a veneno que se convierte en asco… qué hice mal, que me mata por dentro. Intento vivir, sigo tambaleándome sin reaccionar, en mi fantasía he de estar, he de vivir ahí hasta que me pueda salvar…

Yace mi cuerpo muerto en el vacío… mi alma busca protección en las sombras, algo de calor, intento sobrevivir, sin cuerpo ya, solo queda mi alma… 

Solo veo mis sentimientos pero no tengo razón… No tengo juicio… No puedo pensar, solo sentir… mi alma fría busca calor… Entiendo a mi cuerpo frío, parece de cera… esperaba moribundo, pero se cansó y no resistió; solo cayó sin darse cuenta de su dolor. 

Veo mis lágrimas correr por mi alma vagabunda. Mira el dolor que sufrí en cuerpo y por la eternidad sufriré en alma… 

Ya no hablo de la muerte, ya morí… Ahora hablo de mi alma pudriéndose con el tiempo. Las sombras son mi cálida guarida, el dolor es mi bebida, los recuerdos en mis sueños son mi alimento y mis pesadillas son la estaca que logra atravesar mi alma y hacer que se desangre del veneno… muere por más… ya desgastada mi alma.

Es la muerte en vida.








Estoy aquí

Y ahora grito yo. Murmullos siniestros,
pasajes, versos conjuros, hechizos de maldad todo en aquel perturbador lugar.
Un monstruo se encuentra, ignorando a quien querían muerta, a quien dejaron violada, pobre mortal acongojada.
Dentro de ahí nadie habita, la sombra yace, el corazón esta faltante
en aquel hielo profundo, hay un abismo oscuro.
Tinieblas araño, conjunto de hadas invento, sueños rotos,
que proclamo, quedan habladurías olvidadas.
Cuervo protector, guardián solemne, el amable escudero
que acompaña a una niña que nunca fue amada.
Pobre de mi alma, olvidada está, sepultada ya...
Imágenes difusas, de un cuarto abandonado
una muñeca tirada, y una infancia arrancada.
Vestidos tirados, rasgados y algunos por deshacer.
Muñecos rotos, una almohada amarilla
que provenía de mi triste momento.
Un desorden mezclado con el olor a puro y café.
Recuerdos confusos, ya nada podré hacer...
Espejos que muestran, un alma perforada,
que se quiebra porque nada más me enseña.
Un suspiro rodeó la habitación era el miedo que regresó .
Pobre alma confundida, pobre de mí, niña perdida. Llegué para tocar para sentir mi hogar. Yo buscaba con quien regresar,
no un lugar. Yo buscaba alguien que me amase, que nunca me olvidase. En el mismo lugar estaba. Esperando que alguien
me pudiera perdonar. Que me pudiera abrazar.
Golpeando mi cabeza con irritación, aún sentía lo que allí
me mató...Grité con desesperación...no aguanté y por fin de allí salí. Eso creo yo...tal vez... dentro de ahí aún estaba.. rastros de
lo que me enterró... de lo que perdí...
Y ahora, mientras, está conmigo enseñándome a escucharla, es el primer paso, fundidas en un abrazo. Ya identifico su dolor, es el mío también. Siento pena, ternura y compasión por ella.
Veo sus carencias, su abandono, sus abusos y desprecio. Siento lástima, ganas de protegerla y quererla, de darle todo el amor que le fue negado.
Escucho su dolor, su rabia e impotencia se suman a la misma mía que proceso. Dejando al margen lo que siento me centraré en éste momento en brindarla. Arroparla, darle los cuidados y mimos que nunca le fueron otorgados. Me haré de piedra para ella. El resto vendrá luego.




sentires

   Me siento mal y cansada. Sentimientos abordan mis adentros mezclándose. No sé cómo hacer...
La rabia por los hechos por no poder hacer nada por haberlo evitado. Por tener que aceptar algo así y vivir con ello. Por el robo de una infancia. Por privarme de esa forma de muchas cosas que me pertenecían que eran mías y de nadie más. 
   Rabia interna por cosas que no alcanzo a comprender que me enfurecen tal vez porque el propio dolor ciega.
Porque al destapar un poco los nubarrones intento reflexionar con más claridad. Pero solo ha surgido otra impotencia rabiosa más que sacar.
No sé que duele más si el daño en sí o que haya sido él. Alguien a quien quería, en quien confiaba. Alguien que se suponía debía velar por mí, cuidarme y protegerme. Enseñarme la vida con hermosos cuentos y no ser el monstruo de los mismos. Alguien que respetaba pero que trasformó ese respeto en miedo y pavor. Que me mostró la vida que nadie debería conocer.
   La vergüenza del relato, de las imágenes que visualizo y saco de mis adentros para que no me devoren. Que me hacen diminuta, frágil y me dejan al desnudo ante el miedo.
   Dolor, inevitable sentirlo. Pena procesada, acumulada y persistente que no remite tan fácil en las heridas que aunque cierren siempre están las cicatrices.
   Tristeza, unas veces visible en paños de lágrimas que no cesan desconsoladamente otras disfrazada en sonrisa defensiva donde se manifiesta la propia supervivencia.
   Culpa, impuesta o adquirida pero que está latente para rasgarte las entrañas y decirte lo que podías a ver hecho aún a sabiendas que era imposible. Culpa fragmentada en ocasiones por sentimientos contradictorios que descubres o reconoces en tu razonamiento al hacer frente.
   Asco, descomunal. Es abominable el que se siente. Vomitivo e inexpresable. Hasta asco me doy.
   Miedo, que pasará ahora. Qué sentiré, cómo me afectará todo o cómo lo llevaré. Miedo a que salga algo nuevo siempre se tiene. Miedo siempre presente en cada recuerdo y relato como en ese instante pasado aunque sea consciente que es pasado.





Qué siento

   A veces es duro aceptar que las cosas pasan, que lastiman, que duelen y sangran. Con el tiempo, te das cuenta de que la realidad es otra, quedas expuesta y desnuda ante ellas cuando las recuerdas… Te pega de lleno en la cara, te abre los ojos, es cuando te quitas la venda. Sin embargo, uno puede elegir entre percatarse de lo que sucede o cubrirse los ojos de nuevo y hacer como si nunca hubiese pasado nada.
   Yo prefiero percatarme y sacar fuera todo a pesar de que hoy reconozco que no es fácil. Es tan doloroso, te duele el alma. Te duele hasta la última lágrima que aún no se derrama. Duele, duele tanto, me ahoga, me quiebra el llanto aunque abra mi boca y no pronunciara nada sale todo fuera en éstos momentos.
   Si cierro mis ojos solo brotan lágrimas porque este dolor mudo quiere expresarse salir, liberarse, ahora todo perdió sentido me quedo con mis propios suspiros llorando, recordando. Es que así ha sido siempre mi vida, es que quizás nunca tuvo sentido, me duele, esto me hiere, esta sonrisa que ves es sincera defensa, éstas lagrimas son las verdaderas.
   Se me hace tan triste la vida cuando ésto se afronta. No hay risas compartidas para éstos momentos, ni tristezas superadas porque todo está lejos para mí y yo no sé que hacer en realidad. La rabia se siente, la tristeza emana, la vergüenza se procesa, la culpa aparece y el miedo se ve. Aún no puedes sentir el alivio, lógicamente, pero sí intuirlo porque algo dentro de ti se ha desprendido. Una carga muy pesada se ha desgarrado y te ha liberado de algún modo eso puedes notarlo. Y más se notará con el tiempo como si de una mochila de piedras te hubieses desprendido.
   Al menos son las cosas que mi niña interior y yo nos repetimos y razonamos para soportar estos momentos. Quizás mi forma de hacerme fuerte ante ésta situación. Entonces, por qué ésta tristeza...cuando el dolor nubla la razón y no veo más allá la tristeza manda. También hay que llorar por supuesto, siento tristeza por los hechos, por la pena y la impotencia, por la rabia y la vergüenza, por el dolor y la culpa que mi cuerpo siente.
   De nada sirven mis preguntas sin respuestas, que cualquiera se haría, de nada sirve desear borrarlo todo, son imposibles. Solo queda aceptar y seguir. Si ahora toca hacer un duelo por lo que me robaron, lo haré. Lloraré lo necesario. Aunque sea entre susurros narraré lo que el eco traiga. Lo que el cuerpo necesite. Lo que está claro es que no miraré a otro lado.
Ya no hay candados en mis labios ni grilletes en mi alas. 

Fuego

Y sé que tengo fuego. Lava que se arremolina con violencia en mis venas. Cada vez más destructiva. Es como aquella voz que los locos escuchan antes de cada fechoría. Me devora. Ahoga cada gesto de humanidad que quiere brotar de mi ser.
Me entierra en mi memoria creando una tortura en aquellos recuerdos que intento mantener bajo llave.
Para no dañarme, para no rajar mi coraza. Y sé que no importa cuan lejos corra; ellos siempre vuelven. Aún despierto muchas noches con el amargo sabor de las lágrimas mezclándose en mi boca.
Y entonces, cuando mi corazón aulla desbocado, es cuando más siento mi propio fuego...




Palabras

Hay veces en que las palabras revolotean en mi interior como lánguidas y melancólicas sombras que no quiero que se me escapen por entre los poros, y que lo harán, irremediablemente.
Hay veces que las siento como eufóricas luciérnagas que bullen allí dentro y no puedo evitar que salgan disparadas y las estrujo con fuerza para plasmarlas en un papel en una especie de ceremonia de bautismo.

Otras, son como brasas ardientes que provocan un inquieto dolor que no me permite frenarlas cuando comienzan a escaparse de entre las manos como lágrimas acudiendo sin remedio al abismo de los párpados. Todas... todas las veces, sin embargo, son indispensables. Sean aves, balas, llovizna, colmillos, niebla, llanto, o simples manchas de tinta en el papel....

Las hilo, tejiendo mares de telarañas que flotan sobre mi mundo interno, conformando los paisajes que mejor ilustran el alma... y me proporcionan un nudo, grito que se desangra lento pero con los ojos bien abiertos. Todas paran al mismo lugar.

Más allá del camino que guía la luz de las estrellas por encima de las sendas invisibles de las aves y por debajo de los brillantes destellos del alba, se encuentra, solemne, esquivo y distante
el fluir eterno del Estanque de las palabras.

Son sus aguas resultado del llanto vertido por ojos conmovidos con penas calladas. Cada uno de los lamentos que al estanque llega,
se torna como escarcha al sol en una gota de agua que derramadas en lluvia, belleza y nostalgia inspiran.

De entre todas ellas, una en especial destaca, una surgida en Edades Olvidadas para el hombre, aquella que dio forma y creó el estanque con las lágrimas desconsoladas que lloró la noche
herida profundamente por tales destinos y sangre.

Entre las nubes la luna escucha narrar la historia
de un alma que llegó al mundo nacida entre los primeros
y bajo el mando de la soledad y abandono y con dones en su haber que poco se han visto después,
sonrisa brillante, taltante firme, se fundió con los bosques
mientras brillantes y tristes designios, fijaban su mirada en él.

En el combate de sobrevivir, sufrió derrotas, guardó nuevos males, que fueron sus bosques antiguos y hermosos, testigos silentes y vivos de viejas leyendas de los que él mismo guardaba recuerdos presenciados por sus ojos.

Batallas de dolor, llantos y daños vivió, en su destino forjó amistades que hermanan linajes, olvidan rencores y daños, crean sueños y retos y hasta sepultan la brecha entre mortales e inmortales.

Y habiendo regresado a sus fronteras, de niño pasó a adulto
en lo que fuera soledad y ahora deber compartido.
Porque el miedo al castigo empuja a los hombres a huir
y el saber de la verdad busca sensatez de nuevo.

Que el orgullo hace al hombre cerrar los ojos al perdón
pero es la amistad más fuerte en su corazón.
Y al igual que las águilas gobiernan el cielo
con sus alas desplegadas en honorable libertad,
el recuerdo de aquel de quien esta historia habla
logra que preserve la esperanza.

Porque no hay muerte más dura que el olvido
y no hay dolor más profundo que la espera.
Y aún así, cuando las almas más nobles aguardan,
el saberse recordados las libera
y reaviva de nuevo sus ansias.

Y en verdad que el mundo volvería a su esplendor
si algún día, en el Estanque de las palabras,
como se hiciera en él el Despertar,
cuerpo y ánima se alzaran
con recuerdos como tesoros y penas como enseñanzas nuevas
en una libre, hermosa y renovada eternidad.Todo por soltar las palabras y hacerlas volar.