Una
de esas noches, en las que ni el silencio uno puede soportar, todo se
ve atroz, vacío, una nada misma... es similar a cuando caminas por
la calle fría y no sientes ni la viveza de los árboles, mitad
podridos los ves todos.
Son
esos momentos en que no quieres oír a nadie y no quieres que nadie
te escuche, encerrarte y auto darte sobredosis de pensamientos,
agarras cuchillas, almohadas, lápices, papel, música y lágrimas, y
haces lo que te plazca sin remordimiento.
Ni
lo que vendrá después, y te terminas suicidando, pero en realidad
no estas muerto, todavía se sigue ahí, se camina y se camina entre
pensamiento y pensamientos (claro, así logras la sobredosis),
sientes que estas bailando y tomando vodka con la muerte, saludas de
lejos como viejos amigos al santo más famoso, y ves una paloma con
una rama pasando por tu cabeza (la cual te deja mierda de pájaro, y
tu maldices, que más puede pasarte ya...)
Y
sigues creyendo que estas muerto, y abrazando a tu amigo que se mató
o estás acariciando a tu perro favorito que murió de viejo, piensas
que estás ya al otro lado, en el patio de los callados, pero sin
embargo sigues vivo.
Ves una escalera, y piensas ¿estaré en el limbo solamente? y subes pensando que aún no estas en la muerte definitivamente, y subes y subes y piensas ¿ estaré llegando por fin a mi descanso eterno, al mundo eterno y a la resurrección de la carne, mencionada en el Credo? y sigues subiendo esas escaleras que te congelan los pies y te están dejando ampollas, y subes más.
Ves una escalera, y piensas ¿estaré en el limbo solamente? y subes pensando que aún no estas en la muerte definitivamente, y subes y subes y piensas ¿ estaré llegando por fin a mi descanso eterno, al mundo eterno y a la resurrección de la carne, mencionada en el Credo? y sigues subiendo esas escaleras que te congelan los pies y te están dejando ampollas, y subes más.
Empiezas
a quejarte de que te estás cansando, que la muerte esta siendo
demasiada larga y te tiene cansado, amargada, enojada y ¡furiosa! Te
tropiezas con una pelota, caes uno par de escalones más, y empiezas a
ver sangre... ves ropa... una mano... ves una cuchilla
ensangrentada...
Te
ves a ti tumbado, y millones de cicatrices, divisas que la muerte te
está besando el cuello, sientes como con su mano te recorre,
sientes el calor podrido de la muerte, y sientes también el olor a
rosa marchita.
Ves
la cara de la muerte, ¡OH tan indescriptible!, llega a erizarte la
piel de solo recordar su cara, ni siquiera logras dormir y caminar en
paz en las noches a sabiendas que te sigue.
Divisas
árboles que no te dejan pasar y luchas por salir, y las ventanas
negras con gritos detrás escandalizan tu mente y solo deseas acabar
con esto, maldices a la muerte y a tu deseo de una vida final una y
otra vez.
Te
vuelves melancólica rápidamente, miras repetidas veces
hacia atrás para ver si la muerte se encuentra lejos de ti, pero no
vez nada, todo desaparece en el instante...
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