Etiquetas

cuestión de piel

     Aún respiro las cuerdas de mi alma que sonaban a las tres de la madrugada como olas que regurgitaba el mar. Mientras mis ojos morían intentando quedarse cerrados, muertos de miedo, bajo tu mirada, torcía las caderas y me enjaulaba en tus pupilas. Fuiste mitad del hombre que de niña anhelaba.
      Maniobraste tus palabras a gusto de tus besos y enredaste mis deseos. Tus manos dejaban huellas que desmembraban mis latidos. Dejaste de ser la figura que representaba para mí. Ahora me ahoga tu vago recuerdo.
     Me deshago cada día apeteciéndome olvidarte. Poco a poco finjo engañarme, diciéndome que lo he logrado. El caudal azaroso de mis labios coincidió con los tuyos, érase una vez, como una vez dijeron; pero para mí no fue un cuento.
      Mi piel, débil, mi cuerpo, aún más, recorrías mis muslos con afán de encontrarme entera. Quizás una falacia vestida de invierno, el frío candente que secaba tu aliento. Encontraste lo que buscabas y la pérdida fue de mí misma. Te advertí con ansias, cuál era mi camino, mi destino y mi martirio. Cuál era, lo sabías. No supe vivir en ti. No sé vivir en ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario