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Siguiente ejercicio del Coraje de Sanar, Recordando

Uno de los mecanismos disponibles más efectivos para enfrentar el abuso por parte de los niños y niñas es bloquear los recuerdos, olvidar el abuso. Algunos sobrevivientes siempre han recordado lo que les pasó, pero muchos adultos han olvidado completamente la experiencia. Entonces, veinte, treinta o cuarenta años más tarde, algo sucede y ellos repentinamente empiezan a recordar. Un día despiertas y dices, “Fui sexualmente abusada(o)”. Estás viendo imágenes de tu padrastro en tu cuarto en la noche, o tienes sueños vívidos de tu hermano encima de ti. Cuando habías olvidado el abuso por años, es fácil descalificar esos recuerdos –¿De dónde vienen? ¿Qué significan? ¿Cuándo se detendrán?– o incluso, cuestionar tu propia salud mental. Pero bloquear el abuso, y luego recordarlo, es una habilidad de sobrevivencia que tiene sentido.

Cuando eras joven, tú no podías soportar el recordar lo que te estaba pasando. Como un niño o niña de 8 años, tú no hubieras podido sentarte a la mesa con tu padrastro en la mañana con tu cereal si recordaras lo que había pasado la noche anterior. Tú olvidaste a fin de poder vivir con ello.

Una vez reprimidos, los recuerdos pueden resurgir en cualquier momento. Los cambios de la vida –nacimiento de un hijo, menopausia, envejecimiento, divorcio, pérdida de alguna clase– frecuentemente detonan los recuerdos tempranos del abuso sexual. De la misma manera que sucede con la sobriedad. Cuando dejas de tomar o de usar drogas, la primera cosa que surja pueden ser los recuerdos del abuso. Tratamiento médico –una visita al dentista, un examen ginecológico o urológico, cirugía o cualquier otro procedimiento médico intrusivo– pueden desenterrar sentimientos e imágenes enterradas. Las experiencias en la adultez de victimización –un asalto, una violación– a menudo remueven recuerdos de abusos anteriores. Los padres a veces recuerdan su propio abuso cuando su hijo(a) es abusado, o cuando su hijo(a) llega a la edad que ellos tenían cuando ocurrió el abuso. Los sobrevivientes recuerdan mientras hacen el amor, se ejercitan, o reciben un masaje. O cuando ellos ven un programa de televisión, escuchan la historia de un amigo, o leen un libro como éste [El Coraje de Sanar, libro de ejercicios por Laura Davis].

Si tú siempre has recordado el abuso, los recuerdos que recuperes probablemente tienen más que ver con sentimientos que con eventos específicos. Frecuentemente los sobrevivientes pueden enumerar rápidamente los detalles del abuso como objetos en una lista del supermercado, pero están desconectados de la forma como el abuso realmente se sintió. En esos casos, recordar involucra reconectar con esos sentimientos.

Recordar es un proceso continuo de descubrimiento. Involucra ir hacia atrás y escarbar los primeros años de tu vida –juntar las piezas y reinterpretar las cosas que ya sabes, empezando por conectar sentimientos con imágenes que siempre has tenido, experimentando sensaciones corporales desconocidas. Al mismo tiempo que experimentas imágenes retrospectivas (flashbacks) en las cuales revives aspectos del abuso o vuelves a experimentar los sentimientos que tuviste en aquel momento –terror, extremo dolor físico, aislamiento tremendo. Estas experiencias pueden ser devastadoras y aterradoras.  Puedes responde con conmoción, horror o incredulidad. Puedes sentir pánico o tener ide
Los ejercicios en esta sección fueron diseñados para ayudarte a aprender más acerca de tu infancia. Bien si  tienes recuerdos, recuerdos vagos, o sólo sentimientos extraños, este capítulo te ayudará a llegar a un acuerdo con lo que recuerdas y con lo que no recuerdas. Obtendrás información acerca del proceso de recordar, requerirás ampliar tu idea de lo que es un recuerdo y tendrás la oportunidad de reexaminar tu experiencia desde una nueva perspectiva. Y finalmente, serás alentada(o) a desarrollar un sentido de respeto por tu propio proceso interno –qué recuerdas, cómo recuerdas, si y cuando recuerdas.
Trabajar a través de los ejercicios en este capítulo es como remover nuevos recuerdos y sentimientos. Aunque ellos son una parte natural del proceso de sanar, estos sentimientos y recuerdos pueden ser abrumadores. Antes de que vayas más lejos, toma unos minutos para revisar las listas que hiciste en las secciones de habilidades de sobrevivencia de los ejercicios anteriores. [Si no los has hecho, búscalos en la sección Foro del Grupo de Apoyo Mutuo para Sobrevivientes de Abuso Sexual Infantil en Facebook]. Recuérdate a ti mismo(a) que hay personas a las que puedes llamar, formas de sentirte más seguro(a), opciones si entras en pánico. Tu  lista de “Cosas que puedo hacer cuando me siento abrumado(a)” [Revisa los ejercicios anteriores en el Foro] te puede proporcionar una guía paso a paso si empiezas a tener nuevos recuerdos o imágenes retrospectivas (flashbacks).
¿QUÉ ES UN RECUERDO?
Muchos sobrevivientes me llaman [a Laura Davis] para pedirme permiso de venir a talleres porque ellos temen no calificar para asistir. Ellos no tienen recuerdos claros de su abuso, sólo un sentimiento repulsivo o intuición. Suenan campanas cuando ellos leen acerca de abuso o hablan con otros sobrevivientes, pero ellos no tienen imágenes visuales de lo que ocurrió. Ellos se desesperan porque no saben cuándo van a sanar porque ellos no saben exactamente qué pasó.
Siempre que tengo esta clase de llamadas, tranquilizo al sobreviviente. Le digo, “Sí, ven. Muchos adultos no recuerdan qué les pasó” De todas formas ven. Mereces sanar ya sea que tengas recuerdos o no. De hecho, puedes sanar de los efectos del abuso incluso si nunca recuerdas”.
Los sobrevivientes a veces están preocupados por su falta de recuerdos que desearía poder ofrecerles videocintas rotuladas “tu abuso sexual” que pudieran ser puestas en una video casetera y vistas de principio a fin, mostrándoles claramente lo que les pasó. Así ellos tendrían pruebas. No tendrían más dudas.
Sin embargo, hay mucho más que los recuerdos de instantáneas nítidas, imágenes de cine, o diapositivas Kodak de los incidentes: tu padrastro sujetando un cinturón, tu hermano bajando tus pantalones, el pene del sacerdote. Los recuerdos visuales son sólo una forma de memoria. Tú podrías no tener ningún recuerdo visual de tu abuso porque quizá nunca viste nada. Tu cara fue empujada contra la tapicería. El abuso ocurrió en la obscuridad, así que no había nada que ver. Tenías tanto miedo que cerraste los ojos. No hay imágenes que recordar.
as suicidas, aliviada porque finalmente sabes la verdad acerca de tu vida.
En nuestra cultura orientada a la visión, es difícil validar otras formas de memoria, pero el hecho es que es que almacenamos recuerdos con todos nuestros sentidos. Olores, sonidos, sabores y texturas, todos pueden evocar recuerdos poderosos. De igual manera puede hacerlo el contacto físico. Los recuerdos son almacenados en nuestro cuerpo, y a menudo, cuando somos tocados de un modo particular, los recuerdos surgen de nuevo.
El proceso de recordar es como armar un rompecabezas. Cuando expandes tu concepto de memoria, encuentras que tus recuerdos se expanden también: tú eras feliz y alegre en quinto grado, pero para el tiempo en que cursabas sexto grado, estabas deprimido(a) y tenías pensamientos suicidas. Ese es un recuerdo –algo te pasó en aquel verano. Cada vez que tu pareja te toca de una forma particular, tu cuerpo se entumece y tú sientes pánico. Sientes como si estuvieras en el techo, mirando hacia abajo. Te sientes como un niño asustado. Esos son recuerdos. Sientes náuseas terribles cada vez que hueles bourbon en el aliento de alguien. Tienes un ataque de ansiedad cada vez que regresas a casa. Odias cuando tu padre trata de abrazarte. Tienes pesadillas y no puedes dormir con la luz apagada. Checas bajo la cama cada noche para asegurarte que no hay un monstruo o un violador debajo. Cuando recibes un masaje, empiezas a llorar incontrolablemente.
Todos esos son recuerdos. No son instantáneas. No son películas. No son sostenibles en una corte, pero cuentan. Y cuando empiezas a colocar las piezas juntas, terminas con un substancial cuerpo de evidencia que te ayudará a creer que el abuso realmente ocurrió. Si empiezas con lo que sabes y partes de ahí, frecuentemente encontrarás la validación que buscas.
ARMANDO EL ROMPECABEZAS
Puedes utilizar la siguiente guía para ayudarte a armar tus memorias. Escribiendo las pistas que ya tienes, ganarás valiosa información y harás nuevas conexiones.
Lee los ejemplos que siguen y luego empieza a completar las piezas de recuerdos que ya tienes, a  tu propio ritmo. Hazlo lo más completo que puedas, pero ve lentamente. No esperes completar estas listas en una sola sentada. Reflexionar en sólo una o dos pistas será suficiente. Mientras recuerdas otros incidentes o sentimientos, siempre podrás regresar y agregarlos a lo que ya has escrito.
Responde tantas categorías como te sea posible.
·        Piezas de memoria:
Recuerdo saber más de sexo que otros niños. Cuando alguien quería saber algo acerca de “hacerlo”, ellos venían a preguntarme.
Recuerdo estar escondido en el sótano mientras mi tío golpeaba a mi primo con el cinturón.
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·        Historia familiar conocida:
Todos en la familia se reían siempre y decían que Jim y yo éramos primos besucones.
Fui llevada al doctor por una infección vaginal cuando tenía 8 años.
Mi abuelo solía inspeccionar todos los bustos de las chicas cuando llegaban a la pubertad.
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·        Pistas sensoriales:
Detesto el olor del Chanel No. 5
Cada vez que escucho que alguien abre mi puerta durante la noche, me paralizo.
Cuando veo una ambulancia o escucho una sirena, empiezo a temblar.
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·        Recuerdos corporales:
A menudo siento que no estoy en mi cuerpo.
Cuando me despiertan, me siento inmediatamente disgustada.
Cuando tengo un orgasmo, siempre empiezo a llorar.
Cuando hago el amor, no soporto el peso de mi pareja sobre mí.
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·        Sentimientos espeluznantes:
Cuando veo un padre con su hijo caminando por la calle, estoy seguro que él abusa del niño.
Cada vez que leo acerca del incesto, surgen oleadas de náuseas en mí.
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·        Lagunas en la memoria:
No recuerdo nada entre los 8 y los 15 años.
No recuerdo haber sido niño.
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Cada vez que agregues nuevos aspectos a esta lista, tómate unos minutos para responder las siguientes preguntas:
¿Hay algunas cosas que yo no consideré recuerdos pero que ahora puedo reconocer como recuerdos? ¿Cuáles fueron?
¿Qué patrones, si los hay, emergieron en las cosas que escribí?
¿Algún recuerdo me guió a otros? Si fue así, ¿A dónde me llevaron las asociaciones?
Cuando junto las piezas de memoria ¿Éstas me dan una mejor idea acerca de qué fue lo que me pasó? __ Sí __ No __ No estoy segura(o).
Sí es así, ¿Qué es lo que aprendí?
¿Cómo me siento en relación con esta nueva información?
¿Hay alguien con quien pudiera compartir estos recuerdos? Si es así, ¿quién?
Cosas para reflexionar:
·        ¿Mis ideas acerca de los recuerdos cambiaron? Si es así, ¿cómo?
·        ¿Qué me sorprendió al hacer este ejercicio? ¿Sobre qué me gustaría regresar después?
·        ¿Qué necesito hacer para absorber la nueva información que a penas descubrí?

Y SI NO RECUERDAS
Hay muchas razones por las que los sobrevivientes sufren amnesia. La severidad y la duración del abuso, la edad a la que sucedió, las condiciones circundantes al abuso y la forma cómo el abuso fue tratado pueden influenciar tu habilidad de recordar. Dependiendo de esos y otros factores, puedes o no puedes tener recuerdos claros de lo que te sucedió.
Si tú no recuerdas claramente y quieres hacerlo, esto puede ser extremadamente frustrante. Es natural querer hechos innegables. Los sobrevivientes que no recuerdan a menudo sienten celos de aquellos que sí lo hacen. Sin embargo, lo opuesto también puede ser cierto. En un taller, varios sobrevivientes se lamentaban por no tener recuerdos. Finalmente, luego que ellos habían hablado varias veces, otro sobreviviente estalló ira: “¡Deberían agradecer no recordar! Tengo recuerdos todo el tiempo. Mi vida se siente fuera de control. Lo odio. Yo creo que ustedes son los afortunados”.
El resultado final es que no puedes controlar que sí o que no recuerdas. Puedes hacer ejercicios como los que siguen, y ellos te proporcionarán pistas adicionales de información, pero no necesariamente te darán la clase de “prueba” que buscas. Hazlos de todas formas, y mantén en mente el hecho más importante –que tú puedes sanar ya sea que recuerdes o no.
¿A qué le temo?
Un factor que puede influenciar el recordar es la disposición. Su tú no tienes apoyo en tu vida, no estás listo(a) para manejar la información, o ya estás abrumado(a), no recordar puede ser una forma de protegerte a ti mismo(a).
Nuestras defensas realizan una importante función. En lugar de derribarlas, es de sabios respetarlas y aprender a trabajar con ellas. Echando un vistazo a las razones por las que temes recordar, puedes aprender de qué te estás protegiendo a ti mismo(a).
Completa las siguientes oraciones sin pensar acerca de  lo que vas a escribir. Escribe la primera cosa que venga a tu mente, aun si no tiene sentido. No te juzgues.
Si yo recuerdo el abuso, yo moriría.
Si yo recuerdo el abuso, mi padre vendría y me atraparía.
Si yo recuerdo el abuso, terminaría en el hospital.
Si yo recuerdo el abuso, me suicidaría.
Si yo recuerdo el abuso, perdería a mi familia.
Si yo recuerdo el abuso, significaría que mi mamá estaba mal.
Si yo recuerdo el abuso, ...
Si yo recuerdo el abuso, …
Si yo recuerdo el abuso, …
Si yo recuerdo el abuso, …
Si yo recuerdo el abuso, …

Cosas para reflexionar:
·        ¿De qué me estoy protegiendo a mí misma(o)? ¿A qué le temo?
·        ¿Cuáles de mis miedos son realistas?
·        ¿Puedo estar en paz con el hecho de que tal vez nunca llegue a recordar con claridad el abuso? ¿Por qué sí o por qué no?

ACTIVIDAD: IMAGINANDO LO QUE NO SÉ
Algunas veces puedes obtener información si tomas una perspectiva un tanto más indirecta. Vuelve a leer las instrucciones sobre hacer un collage.  Haz un collage de “cosas que no sabes aún”. Mientras empiezas a revisar algunas revistas pregúntate a ti misma(o), “¿Qué no puedo recordar? ¿De qué no puedo hablar?”. Sin pensar o sin cuestionar tus decisiones, recorta palabras, frases, o imágenes. No trates de dilucidar por qué has seleccionado ciertas cosas. No te preocupes por saber qué significa. No cuestiones si tus decisiones tienen sentido. Suspende tu juicio. Deja a tu inconsciente hacer las elecciones. Mantente cuestionándote a ti misma(o) “¿Qué no puedo recordar? ¿De qué no puedo hablar?” Sigue recortando cosas hasta que sientas que has terminado. Luego acomoda las cosas que recortaste sobre un pliego de papel grande. Pégalas cómo creas que van bien. Luego responde las preguntas siguientes:
·        ¿Cómo me sentí al hacer este collage?
·        ¿Fui capaz de dejarme llevar mientras recortaba las revistas? ¿Hubo cosas que hubiera querido recortar pero no lo hice? ¿Qué eran?
·        ¿Qué sentimientos quedaron expresados en mi collage? ¿Cómo me siento cuando lo veo?
·        ¿Mi obra tiene sentido? ¿Qué relaciones logro ver? ¿Qué no entiendo?
·        ¿Está terminado? ¿Qué le falta?
·        ¿Qué cambiaría, dejaría o agregaría?
·        ¿Qué puedo aprender de mi collage?

¿QUÉ TE SUCEDIÓ?
Este ejercicio poderoso fue desarrollado por Ellen Bass en los talleres Yo Nunca le Dije a Nadie. Lo incluimos en El Coraje de Sanar y ha tenido una retroalimentación tan positiva que decidí [Laura Davis] incluirlo aquí. Si tú ya has hecho este ejercicio, considera hacerlo otra vez. A menudo nuevos sentimientos y recuerdos surgen cada vez que lo haces.
Muchos sobrevivientes han encontrado que es muy difícil decir a las personas que fueron abusados sexualmente. Cuando ellos lo dicen, es a menudo en términos muy generalizados: “Yo fui abusado por mi hermano”. “Fui violada a los diez años”. Rara vez tú compartes los detalles, parcialmente porque quieres mantener la audiencia. No te quieres imponer.
Pero la declaración concisa “Mi padrastro abusó de mí” no es la forma cómo tú vives con el abuso, ni la forma cómo tú lidias con los recuerdos. Eso no es un indicativo de los sentimientos espeluznantes que tienes cuando algo detona tus recuerdos. Lo que recuerdas es la forma cómo la luz caía sobre la escalera, la pijama que estabas usando, el olor del licor en su aliento, la sensación de la grava entre tus omóplatos cuando fuiste derribada, la risita aterradora, el sonido de la televisión en el piso de abajo. Cuando escribas, incluye todos los detalles sensoriales como puedas.
Si tu abuso abarca mucho tiempo y muchos agresores para escribir todo en media hora, sólo escribe lo que puedas. No te preocupes acerca de con cuál experiencia empezar. Comienza lo que se siente más accesible o con lo que sientes que más necesitas lidiar. Este es un ejercicio que puedes hacer una y otra vez.
Si no recuerdas lo que te pasó, escribe acerca de lo que sí recuerdas. O escribe acerca de ll que puedas recordar que se acerca más al abuso sexual –la primera vez que sentiste vergüenza o te sentiste humillada(o), por ejemplo. Recrea el contexto en el cual el abuso ocurrió, incluso si no recuerdas los detalles específicos del abuso en sí. Describe donde vivías cuando eras niño(a). ¿Qué pasaba en tu familia, en tu vecindario, en tu vida? Empieza con lo que tengas. Cuando utilizas lo que tienes plenamente, generalmente obtienes más.
Si llegas a cosas que sientes muy difíciles de decir, muy dolorosas o humillantes, trata de escribirlas de todas formas. No tienes que compartirlas con nadie si no quieres, pero a fin de sanar debes ser honesta(o) contigo misma(o). Si hay algo que sientas absolutamente que no puedes escribir, entonces al menos escribe que hay algo que no puedes o no escribirás. De esa forma dejas la marca para ti, reconoces que hay un lugar difícil.
Si te vas por la tangente, no te fuerces a volver abruptamente. A veces lo que puede parecer irrelevante nos lleva a algo más esencial. A pesar de que quieras seguir con el tema, hazlo con las riendas sueltas.
No hay una forma correcta de hacer este ejercicio. Tu escritura puede ser lineal, contar tu historia en orden cronológico. Puede ser un lavado de sentimientos y sensaciones. O pueden ser piezas o pedazos vagos, dispersos. Como todos los ejercicios escritos, trata de no juzgarte o censurarte. No sientas que te debes ajustar a ningún estándar y no compares tu escritura con otros. Ésta es una oportunidad de descubrir y sanar, no de desarrollar  o llenar las expectativas de nadie –ni siquiera las tuyas.
Vuelve a leer las reglas para la escritura libre. Luego pon un cronómetro o reloj con alarma para un periodo de 20 minutos y escribe acerca de tu experiencia sobre ser abusada(o) sexualmente en la infancia.
Cosas para reflexionar:
·        ¿Cómo me sentí al escribir acerca de mi experiencia cuando era niña(o)? ¿Qué me ayudará a asimilar lo que acabo de escribir?
·        ¿Hay alguien con quien yo podría compartir lo que escribí? (Si no estás lista(o) para leer tus palabras a otra persona, considera leerlas en voz alta para ti).
·        ¿Hay algo sobre lo que yo quiera regresar y escribir más en otro momento? Si es así, ¿sobre qué es?
REFLEXIONES: RECORDANDO
Muchos niños bloquean las memorias de haber sido abusados sexualmente. Esas memorias pueden estar reprimidas por años. Para muchos sobrevivientes adultos, una de las más dolorosas, aterradoras partes del proceso de sanar es recordar los sentimientos, sensaciones y experiencias que ellos tuvieron cuando ellos estaban siendo abusados.
Recordar es como ensamblar un rompecabezas; imágenes, recuerdos y memorias sensoriales y corporales que se ensamblan para crear una película del pasado. No todos los sobrevivientes recordarán de la misma manera, pero todos los sobrevivientes se pueden recuperar de los efectos de largo plazo del abuso. Incluso si tus recuerdos son vagos o poco claros, tú todavía puedes sanar.
El proceso de recuperación de recuerdos puede ser abrumador. Es crucial que no revivas los recuerdos en soledad. Necesitas acercarte y hablar con alguien que te escuche, que escuche lo peor y que te crea. Necesitas cuidar de ti y que otros cuiden de ti. Estás comprometida(o) en un trabajo agonizante y esencial. Mereces apoyo.
Aquí hay algunas preguntas que te ayudarán a evaluar tus sentimientos presentes, metas y necesidades en torno al tema de recordar:
·        ¿Qué sentimientos tuve mientras trabajaba en este capítulo?
·        ¿Qué estoy sintiendo ahora? ¿Qué sensaciones estoy experimentando en mi cuerpo?
·        ¿De qué edad me sentí mientras trabajaba en este capítulo? ¿De qué edad me siento ahora?
·        ¿Qué resultó difícil para mí en este capítulo? ¿Qué fue confuso? ¿Qué no comprendí?
·        ¿Qué aprendí? ¿Qué compromisos he hecho? ¿Qué pasos he dado?
·        ¿Qué hice de lo que esté orgullosa(o)?
·        ¿Qué queda todavía pendiente para mí? Si lo hubiera ¿qué quisiera volver a trabajar o darle seguimiento?

·        ¿Qué necesito para cuidar de mí ahora mismo?


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