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Cuando se sale de la zona de conford

     Me resulta un tanto doloroso organizar en mi perdida cabeza todos mis pensamientos. He llegado a un punto sin retorno. Me he atrevido a ir más allá de mis propias emociones y he traspasado el límite. Tantísimos acontecimientos han pasado recientemente que no he podido evitar perderme entre la maleza de los bosques  y perderme en un abismo que se ha vuelto más y más oscuro con cada uno de mis pasos. 
     Delirios. Delirios que inundan mi cabeza. Me atrapan. Me consumen. No soy del todo consciente de lo que está sucediendo, y esa es la única verdad. No consigo poner orden a mis pensamientos y mis creencias. Me he atrevido sin darme cuenta a ir más allá de las fronteras del jardín. Es mi zona de conford.
     Me resulta extraño, aún a día de hoy, que mi propia mente pueda estar jugando conmigo. ¿Qué es real? ¿Qué consecuencias me traerán estos actos? ¿Podría decirse que he sido valiente por adentrarme en las profundidades del paraíso? ¿Terminaré consumiéndome en mis propios delirios? Parece que ha pasado una eternidad desde la última vez que estuve aquí, sintiéndome viva. Me desconcierta mucho todos esos cambios a los que mi mente se está sometiendo. ¿Qué es real? ¿Qué consecuencias me traerán estos actos? ¿ Es el miedo?
     Los delirios jamás cesarán. Al igual que jamás cesará todo ese revuelto en mi interior. ¿Conseguiré disipar mis dudas algún día? Preguntas, preguntas, preguntas. He llegado a un punto sin retorno. 
     Me resulta forzoso mirar hacia atrás y ver todas las cosas que he hecho, ver hasta dónde me han levado mis acciones y mis decisiones. ¿Es este el camino correcto? ¿Está bien ir más allá de los límites ? No lo sé. No soy capaz de responder a esas preguntas. La cabeza me da vueltas. Vuelvo a sentir la fría daga de la indecisión penetrar en mi interior. Parece que he buscado una escapatoria en lugar de querer averiguar la verdad. Pero no, no quiero pensar eso. No quiero creer que este sendero que he tomado no me ha llevado a ninguna parte. Me siento confusa, nuevamente, y eso me perturba. 
     ¿Por qué juegas con mi mente, querido jardín? ¿Por qué quieres que vuelva a dudar de todo? ¿Acaso esta ausencia no me ha servido de penitencia? ¿Qué es lo que quieres? ¿Qué es lo que buscas? Ojalá pueda obtener respuesta algún día. Ojalá pueda despojarme de todos estos delirios y comenzar a experimentar realmente lo que es vivir. Estoy cansada de perderme por el bosque. Estoy cansada de tener que lidiar con estos dolores de cabeza. He ido más allá, sí, así es. Me he atrevido al fin a reunir todo el coraje necesario para ir más allá y traspasar los límites. Es hora de poner en orden mis ideas. Es hora de conocer qué es lo que de verdad quiero hacer. No quiero volver a sentirme sola. Nunca más.
     Delirios. El mismo dilema de siempre. Tengo que aprender a combatirlos. Tengo que aprender a diferenciar la realidad de la ilusión que me está consumiendo. Debo de aprender a apartar el dolor que siento en la garganta y encontrar de una vez por todas respuestas a mis preguntas. 
     Debo de aprender a ser consciente de lo que me está pasando y las consecuencias que van a traer mis decisiones. Debo de ser consecuente. Quiero ser consecuente. Seré consecuente.



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